Tiempos Modernos no fue solo el título de una canción. Fue también el espíritu que impregnó la Cena Empresarial que, en la noche del miércoles, precedió al Salón de Innovación y Emprendimiento (SIE). Un encuentro concebido como un espacio para detenerse, escucharse y reconectar con valores esenciales como la conversación, la confianza y la escucha activa.
Los salones del Hotel Abba, con aforo completo, acogieron una singular conferencia-concierto protagonizada por el cantautor oscense Tritón Jiménez y Sergio Bernués, consultor y conferenciante. Música y palabra se entrelazaron en un formato íntimo y reflexivo que invitó a mirar hacia dentro y, al mismo tiempo, hacia los demás.
Tras una de las primeras interpretaciones musicales, Bernués compartía una idea que marcaría el hilo conductor de la velada:
“La calidad de nuestra vida depende de la calidad de nuestras conversaciones. De las que mantenemos, pero también de aquellas que evitamos. Porque conversar no es solo hablar: es tender puentes entre mundos, abrir ventanas a nuevas perspectivas y crear espacios donde ideas, emociones y personas se encuentran.”
A partir de ahí, la conversación se articuló en torno a cuatro pilares fundamentales que sostienen cualquier diálogo útil e inspirador: empatía, valor, coherencia y confianza.
La empatía fue presentada como el punto de partida de toda conversación significativa. No solo escuchar palabras, sino atender silencios, matices e intenciones. Comprender la historia del otro, aunque no coincida con la nuestra. Practicarla —recordaba Bernués— implica desactivar el juicio y activar la conexión. En un mundo complejo, la empatía sigue siendo una de las herramientas más poderosas para transformarlo.
Ese mensaje encontró eco inmediato en la música. Sonó Romance de lo contrario, de Tritón Jiménez, recordándonos que ni los discursos, ni las catástrofes, ni la violencia son capaces de alterar la verdad profunda de una mirada auténtica.
La conversación avanzó entonces hacia el valor, entendido en su doble dimensión. Por un lado, el valor de dar: compartir ideas, emociones o experiencias sin cálculo ni expectativa inmediata, comunicar con calma y cuidar la forma del mensaje. Por otro, el valor de atreverse: decir lo que pensamos, expresar lo que sentimos y afrontar aquellas conversaciones incómodas que solemos aplazar, pero que muchas veces son las más necesarias y liberadoras. Una invitación clara a reflexionar sobre nuestras conversaciones pendientes.
La coherencia llegó de la mano de Marionetas. Una reflexión sobre la necesidad de que nuestras palabras sean reflejo fiel de lo que somos. Pensar, sentir y hacer alineados. Porque cuando el discurso es coherente, transmite autenticidad; y donde hay autenticidad, comienza a crecer la confianza.
Con Mi peor enemigo, Tritón cedía nuevamente el protagonismo a la palabra para abordar precisamente ese último pilar: la confianza. No como algo que se exige, sino como algo que se construye, conversación a conversación. Escuchando con empatía, aportando con generosidad, hablando con valentía y manteniendo coherencia. Allí donde hay confianza —recordaba Bernués— florecen la colaboración, el aprendizaje y el crecimiento compartido.
El epílogo llegó con Vigilia, y con una última reflexión que quedó flotando en el ambiente como una semilla:
“Cada conversación es una oportunidad para construir un mundo un poco más humano. Porque, al final, somos las conversaciones que mantenemos… y también las que decidimos no tener.”
Con el cóctel servido, la noche se cerró al ritmo de Canto rodado. Una crítica lúcida y poética a las conversaciones rápidas, a los mensajes sin mirada y a las relaciones sin calor. Una invitación final a detenerse, pensar y decidir hasta dónde queremos llegar.
Una cena empresarial convertida en experiencia. Una conversación convertida en propósito. Y una muestra más de cómo, en Eventiona, los eventos son siempre una excusa para algo más profundo: volver a conversar de verdad.
